19 de marzo de 2014

Enseñando creatividad.

"Cada segundo de vida es un momento nuevo y único en el universo, un momento que nunca se repetirá. ¿Y qué les enseñamos a nuestros hijos? Les enseñamos que dos y dos son cuatro, y que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les vamos a enseñar también lo que son? Deberíamos decirles a cada uno de ellos: ¿Sabes quién eres? Eres una maravilla. Eres único. En todos los años que han pasado, nunca ha habido otro niño como tú.
Tus piernas, tus brazos, tus dedos, la forma en que te mueves. Quizá te conviertas en un Shakespeare, un Miguel Ángel, o un Beethoven. Tienes la capacidad para hacer cualquier cosa. Si, eres una maravilla. Debes trabajar, todos debemos trabajar, para hacer al mundo digno de sus niños."
Ésta es una cita de Pablo Picasso.  Pintor malagueño, padre de cuatro hijos, el último nacido cuando Picasso tenía más de ochenta años, y a pesar de sus sabias y acertadas palabras, parece ser que no fue el mejor padre del mundo; satisfizo sus necesidades primarias, les dio la vida, un apellido y dinero. Pero no su tiempo, su atención, sus caricias y su presencia.

Me he puesto muy filosófica; pero el fin de esta entrada es fomentar la creatividad con mucha imaginación y poco dinero. Cualquier material nos sirve a la hora de entretener a nuestros niños un ratillo, de pasar juntos un rato divertido, de hablar, enseñar y aprender paciencia. Y por qué no, aprovechar el material para un regalito, ahora que vienen el día del padre, de la madre, la  primavera...
 
Con hueveras

Materiales

  • Cajas de huevos de cartón
  • Limpiadores de pipas
  • Papel crepé de color verde
  • Pintura amarilla (acrílico)
  • Pincel
  • Cinta floral
  • Tijeras
  • Pegamento


 
 
Observa la huevera, en cada uno de sus agujeros hay pétalos.
Corta las cajas de huevos creando las formas básicas de la flor.
Puedes crear diferentes diseños y variar su tamaño.
Deja volar tu imaginación, escoge el color para pintar las flores, decide si las quieres todas iguales, diferentes o en dos tonos
 
 
 
 Cucharas de palo
 cajas de cartón y rollos de papel.

Podemos aprovechar un paseo por la playa o una tarde  de parque para coleccionar piedras.
 
Recoge piedras de cara plana y lisa.
Limpia tu piedra de río. Asegúrate de que no tiene suciedad ni de que se esté rompiendo por ninguna parte. Después de haberse secado, haz un borrador del dibujo que deseas pintar en la superficie. Usa un lápiz claro para que no aparezca bajo una pintura de color claro.

Prepara la pintura. Usa pintura acrílica de un tubo, rotuladores, rotuladores de tinta permante  ideales para superificies porosas y que pintan genial en cualquier superficie (madera, cristales, cuero, terracota, plástico, piedras, metales).
 
Usa pinceles de pintura acrílica, semi duros. Consigue diferentes tamaños para las zonas grandes y los detalles. Algunos prefieren usar pinceles planos para pintar las zonas grandes, cambiando a pinceles más finos para dar los toques finales.
 
 
 
Comienza pintando las zonas grandes. Recuerda ir de grande a pequeño. Cuando termines las partes grandes, déjalas secar antes de intentar pintar cerca o encima de ellas.
 
 
 
 
Pinta las partes pequeñas y da los toques finales. Superpone colores o añade textura. Cuando la roca se ha secado al menos durante un día podemos agregarle una capa de sellador mate, con pincel o en spray.....y listo
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

16 de marzo de 2014

Las palabras son sólo palabras.... el amor es solo amor.


La primavera la sangre altera. Ayer mismo, mientras esperaba a que un semáforo  cambiase de color, vi ante mis ojos la personificación de la sangre alterada en primavera.

Una parejita, literalmente ya que no tenían más de 12 o 13 años, se comían y no literalmente, el uno a otro.
Vino a mi mente la imagen de mi hijo mayor, de 11 años recién cumplidos e hice cuentas rápidas de los, meses? días? que quedaban para que mi hijo fuese por la calle con una niña-mujer cogida de la mano.
Me sacó de mis pensamientos un señor mayor, que apoyado en una farola asistía al mismo espectáculo que yo. El anciano, me miró a la cara, para asegurar ambos, no solo mirábamos lo mismo sino que también estábamos pensando lo mismo.
- Debería de haberlos visto hace un momento ahí, en la calle de atrás - me dijo el viejito con la voz cascada - tumbados por el suelo, dando vueltas. Con lo sucio que está todo-
  
Bien , pues ya me puedo hacer a la idea de que el amor, más tarde o más temprano nos llega a todos. Y como ya se sabe, hay libros para todo. Os presento una selección  de buenos libros que hablan del amor, y que podemos compartir con nuestros niños,a los que parece que ya no les repugnan tanto las niñas como con 7, 8 ó 9 años, y a nuestras niñas, ya adolescentes perdidas con sus cambios hormonales, su necesidad de espacio, las exigencias de intimidad

Érase una vez Ernesto, un niño al que le gustaba mucho (fastidiar a) una niña. A Salomé Erase Salomé, la niña que fue a contar a su mamá todo lo que Ernesto le había hecho. Todo: Le había tirado del pelo. Le había quitado el sombrero. Le había arrancado las gafas, a propósito...
Así es "Enamorados", enternecedores diálogos sobre unos niños intentando describir lo que es el amor. Este álbum está escrito e ilustrado por la autora, Rebeca Dautremeter.
-¡ Enamorados, es como estar en un sueño! - dijo Jacob
- ¡Es como flotar en el cielo! - añadió Mauricio
- Con flores

- ¡Y tener alas!
Y salome concluyó que para estar enamorado hay que ser un ángel.

"Un amor tan grande", de Raquel Díaz. Libro emotivo, donde se comparan las cosas más grandes del mundo con el amor de una mamá, pero siempre gana el amor de la mamá. Hay muchos tipos de amor pero el amor de una madre es grande, grande, fuerte, fuerte y muy, muy especial. En este libro se nos van a plantear y resolver muchas preguntas, ¿Sabéis cómo son las sábanas del arco iris? ¿O los sombreros de los elefantes? Es más, ¿sabíais que los elefantes tenían sombrero? Pero las más importante de todas, la que no viene escrita ni en esta ni en ningún otro libro ¿Seremos nosotras capaces de dejarles volar y compartir su corazón ?
 
  
"No somos irrompibles" de Elsa Bornemann

"Los cristales pueden quebrarse.
A veces, basta un leve golpe de abanico.
Las telas suelen desgarrarse al contacto de una diminuta astilla.
Se rasgan los papeles...
Se rompen los plásticos...
Se rajan las maderas...
Hasta las paredes se agrietan, tan firmes y sólidas como parecen.

¿Y nosotros? ....¡CUIDADO! ¡FRÁGIL! El corazón se daña muy fácilmente."

El libro de los chicos enamorados de Elsa Bornemann  quien para .los niños soñó, imaginó y quiso escribir este libro, donde van a encontrar poemas que cantan o lloran las distintas sensaciones que produce el amor-niño, agrupados para que fácilmente puedan elegir uno, según tengan ganas de declararse, enojarse, amigarse...
Yo dibujo puentes
para que me encuentres: 
Un puente de tela,
con mis acuarelas... 
Un puente colgante,
con tiza brillante... 
Puentes de madera,
con lápiz de cera... 
Puentes levadizos,
plateados, cobrizos... 
 Hago cien, diez, uno...
¡No cruzas ninguno! 
Más... como te quiero...
dibujo y espero. 
¡Bellos, bellos puentes
para que me encuentres!
 
En Isla de Nam, Pilar Alberdi nos cuenta cono en la floreciente Venecia de los mercaderes y los grandes viajes, dos jóvenes se prometen amor para toda la vida.
Estamos en el s. XIV, Elisa es una joven con el don de contar historias, gracias a una imaginación desbordante; Giacomo, su primo, la escucha y mira embelesado, profundamente enamorado de ella. Al final Elisa también cae en las redes del amor y le pide una promesa a la que él accede sin pensarlo: que nunca la deje.
Giacomo comienza a trabajar como mercader, rutas cortitas que siempre le devuelven con impaciencia a los brazos de Elisa. Sin embargo un día no vuelve, su barco naufraga.
Así a la deriva, Giacomo va a parar a Nam, la Isla de las Rocas, la Isla de los Sueños… Una isla extranjera donde acaba siendo un mendigo que vive de la limosna que los isleños le proporcionan, pues le han cogido gran cariño, ya que el chico se dedica a contarles historias aún a sabiendas de que aunque todos le escuchen, ninguno le comprende.






15 de marzo de 2014

Desayuno dominguero

 



 
En casa éramos cuatro, cuatro hermanos gritones, alborotadores, alegres, obedientes... Sí, éramos obedientes y muy buenos cuando salíamos a la calle. Pero una cosa no quita la otra. Éramos niños.
 
Soy de la opinión, de que hoy en día los niños están aletargados, añoñados, criados entre algodones con banda sonora de Disney.
 
En los setenta y los ochenta, cuando yo me crié, no había consejeros, psicólogos, guías, libros, programas de Tv. Tenías un niño que criabas tú solita, que estabas en casa todo el día mientras tu marido se deslomaba en el trabajo de sol  a sol, con disciplina (si no te lo comes hoy, ya tienes todo el día de mañana para hacer hambre), una buena voz (que los gritos de mi madre se oían desde el portal y vivíamos en un sexto piso), nada de nubes dulces (que el Te quiero hijo, solo se ve en las películas).
Y  así pasé mi infancia... feliz como una perdiz. Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. Yo creo, simplemente que la infancia fue el mejor tiempo. Te dan seguridad, cariño, tus necesidades primarias están cubiertas, la sociabilidad la mamas en casa ya que raro era la familia que tenía menos de tres hijos. Y estabas a salvo de preocupaciones, estrés,  rutinas infinitas, jefes déspotas, atascos insufribles, quebraderos de cabeza, cuadrar la economía familiar al milímetro... En fin. Éramos felices.
Si abriese mi vida como si se tratase de un álbum de fotos o una caja de recuerdos habría cosas buenas, inolvidables, desternillantes, para enmarcar, malas, románticas, traviesas , innombrables y familiares...
Pero de entre todas esas imágenes, que se aferran a cada una de las grietas de mi memoria, están los desayunos en la cama; nos levantábamos temprano y entre los cuatro preparábamos la leche, las tostadas, los huevos revueltos, el zumo... bandeja en mano llamábamos a la puerta de la habitación de mis padre y entrabamos los cuatro con gritos, alborotos, saltos y toda la intranquilidad que pudiéramos aportar a una mañana de domingo. Luego nos metíamos los cuatro en la cama y todos disfrutábamos de las tostadas quemadas, la leche fría y los huevos acartonados. ¿El mejor manjar del mundo !
Por eso, cuando el otro día vi la receta de las tostadas francesas con fresas y nutella, vino a mi mente la imagen, cual fotografía. En una habitación soleada, con un papel pintado de color naranja y dibujo psicodélico, había una cama. En ella, cuatro niños de ojos brillantes, pelo alborotado y mofletes colorados rodeaban a una madre enérgica y sonriente que sujetaba la bandeja de desayuno dominguero.
 
 

Ingredientes:

  • Blanco Pan Sandwich
  • Huevos
  • Leche
  • Azúcar Granulada
  • Mantequilla
  • Canela molida
  • Fresas y crema de cacao.
 
Preparación:
- Extendemos las tostadas de pan blanco.
- Untamos en un extremos un poco de crema de cacao.
- Colocamos sobre la crema de cacao  cuatro o cinco trozos de fresas.
- Hacemos un rollito.
 
- En dos platos aparte batimos un huevo y en el otro hacemos una mezcla de canela y azúcar.
- Rebozamos el rollito en el huevo batido.
 
 
- escurrimos el rollito y lo pasamos por la mezcla de canela y azúcar.
 
- lo pasamos por la sartén, con un poco de aceite y cuando esté tostada el azúcar lo sacamos y colocamos en  un plato con una servilleta para que recoja el  exceso de aceite.
 
 
Como todas las recetas, admite variantes; menos azúcar, sin canela, sustituir chocolate por queso fresco tipo Philadelfia, las fresas por manzana o plátano.
Por otra parte; para lo alérgicos, recordad que podéis hacerlo con leche sin lactosa o sustituyendo el huevo por leche a la hora de rebozar el rollito.
La vida es cuestión de gustos, y para gustos están hechos los sabores.
Bon apetit!