19 de abril de 2014

El pez Arcoiris.


Todas las noches y siguiendo la rutina desde hace más de 10 años, leemos un cuento. A veces lo elijo yo, pero casi siempre son ellos los que hacen la selección; Gormitis, cuentos clásicos, Gerónimo Stilton, La estrella de Laura, Vamos a cazar un oso, Mondragó... supongo que depende de su estado de ánimo, de cómo les ha ido el día, de lo cansados que estén.
Pero uno de sus favoritos es El pez Arcoíris. Creado por Markus Pfister, quien publicó su primer libro ilustrado en 1986 en North Soud Books, lo que significó el comienzo de una larga colaboración. Sin embargo, el libro que le hizo internacionalmente famoso fue "El Pez Arco Iris".
Autor de 49 libros, que han sido traducidos a más de 50 idiomas.

De 1992 a 2013, aparecen en el mercado la colección de 10 libros cuyo protagonista es el pez Arcoíris, el más admirado del océano, por su belleza, pero también el que está más solo. Nadie quiere jugar con él, porque no quiere compartir con nadie sus preciosas escamas.Sólo después de escuchar la sabiduría del Sr. Pulpo, decide cómo hacer amigos. Porque en el océano, el Sr. Pulpo, como en los bosques el Sr. Buho, comparten su experiencia y su conocimiento con los más jóvenes, son sus maestros y maestras.


La historia nos quiere mostrar la alegría de compartir. A todo nos gusta hacer regalos para las fiestas o cumpleaños, y la cálida sensación que nos da cuando lo hacemos.Quiere mostrar a los niños el aspecto positivo de la participación, compartir no solo significa regalar algo (concepto ya difícil de entender a un niño), sino sobre todo hacer felices a otras personas y a él mismo.
Permite la oportunidad de introducir conceptos tan abstractos como egoísmo, empatía, desinteresado, amistad o integración.




En Arco Iris al rescate, nos habla de la integración y aceptación de diferentes individuos y marginados sociales. podemos aprovechar para que nuestros hijos nos cuenten cómo es su vida en el colegio, su integración e interacción con los demás niños.

La gran ballena Azul, ¿de qué manera los conflictos y disputas se intensfican? y sobre todo ¿Cómo podemos lograr la paz después?
El Monstruo del mar, nos muestra que el miedo es natural e importante. El miedo hace que nos volvamos prudentes. Enseña que es posible superar el miedo a lo nuevo, a lo desconocido y a enfrentarse de otra manera a las nuevas experiencias.
Buenas noches, pez Arco Iris. Cuando el pequeño pez no puede conciliar el sueño solo hay una cosa que le puede ayudar. ¡Su mamá!

Bien, pues después de conocer al pez Arco Iris, hay montones de actividades que podéis hacer con vuestros niños y que giran en torno a nuestro nuevo amiguito.
Podemos representar una obra de teatro, quizás para el cumpleaños de algún abuelo/a. Creo que es bastante fácil de llevar a cabo. Los cuentos son cortos y los diálogos los podéis escribir entre todos. Se trata de unas cuantas frases. algún adulto se puede hacer cargo de narrar la historia. Eso sí, hay que ambientar la historia con un buen vestuario.
 


Papel de colores brillantes, bolsas de basuras de distintos colores, imaginación y ganas de pasárselo bien trabajando juntos. Es una buena actividad para hacer en vacaciones o un fin de semana lluvioso.



Salió publicado un libro de dibujos del pez Arco Iris, es muy bonito y permite que sea el niño el que deje volar su imaginación para darle color a las páginas, y si es atrevido también texto. De echo, puede ser un buen juego antes de ir a dormir. En vez de leer el cuento, que ellos lo inventen basándose en las imágenes mostradas en el libro. Así, cada vez será una historia distinta.

O podemos hacer nuestros propios pez Arco Iris para usarlo como arjeta de felicitación, cuadro o mural para decorar la habitación.
Y como colofón, un cumpleaños Pez Arco Iris. Cómo preparar invitaciones con forma de pez.



 






Felicidad


Echamos la vista atrás y vemos cómo nos educaron nuestros padres. Otra época, otras costumbres, otras modas, otras leyes... Lo haremos nosotros igual, diferente, ¿Será una referencia positiva o negativa?
Lo que si tenemos en común con la educación que nos dieron nuestros padres, e incluso nuestros abuelos es las bases.

La Felicidad, no consiste en tenerlo todo ni en conseguir todo lo que uno se propone. Ser ambicioso es positivo, pero hay que dotar al niños de las herramientas necesarias para aprender a superar y vencer las adversidades.

La felicidad no se encuentra en el materialismo, la satisfacción de cualquier capricho, el recurso a los regalos como solución del aburrimiento, el consumo sin límites, favorecen la confusión de la felicidad con la satisfacción inmediata y acaba convenciendo  de que solo teniendo y comprando cosas se puede ser feliz.
El Buen humor. La felicidad no es lo mismo que el buen humor, pero el buen humor es una de las manifestaciones de la felicidad. No perder el humor es, sobre todo, un signo de inteligencia y supone un recurso para aceptarse a sí mismo y para remontar las adversidades que nunca faltan.

Carácter. Tendemos a pensar que el carácter es inmutable y que  no tenemos más remedio que conformarse con su buena o mala suerte. Tampoco es que el niño sea una página en blanco, está impreso por la genética, la herencia, porque nace en el seno de una cultura... ¿cómo se forma el carácter?  inculcando al niño hábitos, con la repetición de actos, sus propias vivencias, experiencias, entorno... 

La Responsabilidad.  Para con  sus actos y para con los demás. Debemos inculcarle unos límites, de lo bueno, lo malo, lo aceptado moral o socialmente.
Que sea él mismo quien construya su escala moral, la misma que le guiará en todos sus actos y pensamientos durante toda su vida.
Dolor.  Es nuestro deber enseñarles a enfrentarse y a responder al dolor, a aceptarlo cuando es inevitable. A ninguno nos gusta verles llorar, no solo por un dolor físico, sino de rabia, impotencia, orgullo...
Autoestima. Que sea capaz de desenvolverse por sí misma sin demasiadas dificultades y con el máximo de satisfacciones posible. Nadie se atreverá a vivir por su cuenta y riesgo si no se quiere a sí mismo, si carece de confianza y de seguridad en sus capacidades. Es muy importante para que un niño se acepte a sí mismo que empiecen por aceptarlo sus padres. Que no lo idealicen ni proyecten en él lo que no es, ni quizá pueda llegara a ser nunca.

Buenos sentimientos. Los sentimientos también se educan y es posible aprender a gobernarlos. Es decir, que la solidaridad con el que sufre y que no es mi hermano ni mi amigo, por ejemplo, no se produce por arte de magia. «No hagas a los demás lo que no quieras que te hicieran a tí». 
 
Educación . Hay que fomentar las reglas de convivencia más cotidianas. Es lo que se llama «saber estar». Y es preciso que los niños aprendan a «saber estar», que se den cuenta de que no todo vale en cualquier sitio ni para cualquier ocasión.
 
Generosidad.  La generosidad es también el antídoto del egoismo entendiendo por tal la adherencia exagerada al yo y a todas sus pertenencias o intereses. Significa poner lo que uno tiene al mismo tiempo al servicio de aquel que tiene menos o al que le faltan muchas cosas.

Amabilidad. Aprender a escuchar, a sonreir, a mostrarse agradecido y de buen humor, hacer que el otro se sienta a gusto y no ser siempre una molestia para los demás.

Y a todo esto, ¿Dónde está el libro mágico de recetas que va a dar un niño que reúna todas éstas cualidades en un plis? Pues siento deciros que no existe, o tal vez yo (que todo lo encuentro si me lo propongo) no lo he encontrado. Si lo veis  por ahí, u os llegan rumores de su existencia, hacérmelo saber.
O tal vez, no. Si lo piensas con un poco de detenimiento, esas fórmulas magistrales, ese libro de recetas, esos hechizos mágicos... le quitarían bastante gracia a la etapa de criar un  niño, moldear su espíritu, guiar sus pasos o como queráis entender